Ya ha prendido el quinqué
y con su luz macilenta
dibuja sombras extrañas
en los muros de la pieza
Canta el caldero y ya hierve
el agua con sus silbidos
y ella con rapidez se mueve,
preocupada por sus niños
Los más pequeños rezongan
molestos por los mil ruidos
entonces abren sus ojos
y la miran sorprendidos
Levántense que ya es de mañana
salgan de ahí, en seguida!
la mesa ya está servida
es su madre quien les habla
Los gritos son de cariño
cual matinal diana
que los llama a la vida
que los saca de la cama
Uno por uno a lavarse
luego la revisión
que no te cortaste las uñas
no te olvides el bolsón
Ya salió el sol, que revela
la casa pobre y aseada
las tazas sobre la mesa
alegría en la mañana
Uno por uno nos besas
al abandonar la sala
uno por uno aconsejas
y nos das tus enseñanzas
«Cuida a tu hermano
menor»
«¡No te rías en el aula!»
«No te olvides el recreo»
Dios te guarde hija amada»
El tiempo que es tan ingrato
llenó tus sienes de canas
te arrebató de
pronto
y yo no pude hacer nada
Al recordar esos momentos
mi corazón te reclama
te llamo y no me respondes
donde estás madre de mi alma
al recordarte hoy día
no puedo evitar el llanto
y deposito a tus pies
estas flores,
este canto
pidiéndole al hacedor
si es que existe otra vida
pueda yo allí encontrarte
madre añorada y querida
Guillermo Torres López
La Paz, 2004
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